COLECCIÓN

COINCIDENCIAS 18455 - PÁGINA 1136 DE 18455

DESCRIPCION CONTENIDO
Nº de control 00017490
Autor Palermo, Zulma; Müller-Bergh, Klaus; Serra, Edelweis; Perosio, Graciela y Verzasconi, Ray
Título Historia y mito en la obra de Aejo Carpentier
Editorial s.e.
Año 1972
Páginas 183 p.
Idioma Español
Lugar Buenos Aires
Resumen

La novela que estudiamos, pues, exhibe en su textura una articulación diversa, donde el personaje central es uno de sus componentes, es una clave que permite abrir esa textualidad (tejido), en cuanto es alguien que tiene la conciencia de contar o de hacer una obra a través de la estrategia del diario, paralelamente en su misma conciencia de evocación y proyección futura; dicho de otro modo, Los pasos perdidos se constituye como obra en progresión mediante la autoconciencia de evocar una historia, mientras (de)construye su transcurso, es decir, da cuenta de situaciones en las que su protagonista siente que ha encontrado toda la Historia americana.
La condición escritural del discurso narrativo hace pensar, entonces, en sus rasgos de lenguaje, en la medida que, a partir de ellos, se provoca o seduce al lector, para abrir una brecha entre lo real y lo imaginario. El montaje de la fabulación tiene una forma armónica, con líneas de desarrollo perfectamente definidas y “esta confluencia de estructuras narrativas, da a la novela un enorme abigarramiento que se imbrica totalmente con el estilo barroco del autor” (Palermo,1972: 91). La aparente disgregación del novelista, desde la perspectiva anterior, en realidad cumpliría acertadamente su propósito, en virtud de la búsqueda de un lenguaje efectivo en su función comunicativa y estética, de manera que se debe pensar en el trabajo consciente del autor para producirlo. En Carpentier, ha dicho Carlos Fuentes en La nueva novela hispanoamericana (1969), “el verbo vuelve a ser atribución, y el nombre, fundación”. Un valioso aporte hizo Alejo Carpentier al opinar sobre el tema que abordamos, para lo cual se remite a su condición de novelista latinoamericano. Según su apreciación, nuestros novelistas deben partir por nombrar las cosas y luego hacerlas entrar al mundo entero. No obstante, mucho más rica es su visión sobre el origen de lo barroco americano, que no niega la tradición europea: “Cuando llegaron los conquistadores a México, ¿con qué se encontraron? con un arte completamente barroco; es decir, un arte que no soporta los espacios vacíos y que tiene necesidad de rellenar esos espacios con figuras -para hacerlo, además, inteligible [...]. Hoy todos los escritores latinoamericanos son barrocos por la forma de trabajar el lenguaje, por las descripciones. Es lógico. La historia está muy presente para nosotros, y hay cosas aún inexploradas” (Carpentier, 1985: 247). Y vacío no es, claro está, lo que encontramos en Los pasos perdidos, sino exuberancia múltiple de sonidos, enormidad en la vegetación y la altura de los árboles, transformaciones de los ríos casi en mar, una naturaleza que parece jugar a desdibujarse en apariencias.

Materias
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