La pobreza extrema está vinculada al conjunto de problemas que
caracterizan la situación de emergencia planetaria, desde la degradación
de los ecosistemas o el agotamiento de los recursos, a la explosión
demográfica, y se traduce en enfermedades, hambre, analfabetismo y, en
definitiva, en baja esperanza de vida. Y esa terrible pobreza se
produce mientras parte del planeta asiste a un espectacular crecimiento
del consumo. Es decir, estamos ante una pobreza que coexiste con una
riqueza en aumento, de forma que en los últimos 40 años –señalan los
informes del Banco Mundial- se han duplicado las diferencias entre los
20 países más ricos y los 20 más pobres del planeta. Si no actuamos
ahora las desigualdades serán gigantescas en los próximos años. Y no se
trata únicamente de desequilibrios entre países: es preciso salir
también al paso de las fuertes discriminaciones y segregación social
que se dan en el seno de una misma sociedad y, muy en particular, de
las que afectan a las mujeres en la mayor parte del planeta.
Erradicar la pobreza extrema y reducir sustancialmente la pobreza moderada para 2030 requiere cambios importantes en las prioridades políticas. Para garantizar que no nieguen a nadie los derechos humanos universales y las oportunidades económicas básicas, la Agenda de Desarrollo Post-2015 debe centrarse en garantizar el crecimiento económico y desarrollo inclusivos y en la reducción de las desigualdades. Hay que generar oportunidades de empleo, consistentes con la agenda de trabajo decente. Como la gran mayoría de los pobres viven en zonas rurales pobres, para ello será necesario en primer lugar crear economías rurales locales más productivas, diversificadas y resistentes, con vínculos económicos más fuertes entre el medio urbano y el rural y mediante la adopción acelerada de los métodos de producción climáticamente inteligentes y sostenibles. Esto exigirá un programa transformativo:
- La mayoría de los pobres rurales son pequeños agricultores, también responsables de la mayor parte de la producción mundial de alimentos. Ayudarlos a mejorar la productividad agrícola a través de un mejor acceso a los recursos, tecnologías, mercados y organizaciones, será pues fundamental tanto para la erradicación de la pobreza como para la seguridad alimentaria. El crecimiento de la producción agrícola tiende a tener un impacto en la reducción de la pobreza cinco veces mayor en comparación con el crecimiento medio del PIB en los países en desarrollo de bajos ingresos.
- Reducir la pobreza exige sostenibilidad medioambiental y en el uso de recursos. El aumento de la producción de alimentos agravará la degradación del suelo, las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de biodiversidad, a menos que los métodos de producción y los patrones de consumo se vuelvan sostenibles. Los pequeños agricultores necesitarán un acceso asequible a las tecnologías y la infraestructura para transformar a los sistemas alimentarios de forma sostenible.
- La diversificación del empleo en actividades no agrícolas será esencial para acelerar tanto la reducción de la pobreza rural como la urbana. El crecimiento de las actividades no agrícolas está a menudo impulsado por el crecimiento agrícola y puede estimular la creación de empleo en economías locales.
- Cerrar las brechas de género en la educación y el acceso a los recursos productivos puede impulsar sustancialmente el empoderamiento y los ingresos de las mujeres, especialmente en la agricultura y las zonas rurales.
- Las carreteras y la electricidad mejorar la conectividad a los mercados, fortalecen los vínculos urbano-rurales, incrementan la productividad agrícola y no agrícola, y crean empleo.
- Una mejor protección social puede ayudar a los pobres a administrar mejor los riesgos, fortalecer sus medios de vida, y mejorar la educación y salud de sus hijos. Por lo tanto, no sólo ayudará a acelerar la erradicación de la pobreza y del hambre, sino también a reducir las disparidades en las oportunidades de vida.
- Las inversiones tempranas en educación, sanidad y nutrición en las zonas rurales son esenciales. Muchos jóvenes se enfrentan a sombrías perspectivas económicas si se quedan en el campo o migran a las ciudades. Aumentar las oportunidades lucrativas a través de la mejora de las habilidades de los jóvenes del medio rural y la modernización y diversificación de las actividades económicas locales, será pues esencial para la mejora de las perspectivas de los jóvenes.
- Abordar directamente la desnutrición contribuirá también a la reducción de la pobreza. Las capacidades económicas, las aptitudes, y el potencial para obtener ingresos se verán incrementados por un mejor desarrollo físico y mental y con suficiente energía nutricional para ser productivos.