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Una primera afirmación que hace el autor para esta sección es que hay que reconocer que el texto impreso ya no es más el medio preponderante para acceder a la cultura y la información. Pero de igual manera sostiene que hay que decir que los libreros, con alguna excepción, han hecho poco para enfrentar los cambios y atraer a los lectores. En otras partes, ciudades de la envergadura de La Paz, Santa Cruz o Cochabamba, las librerías mantienen una presencia activa, organizan presentaciones de autores, mesas redondas, conferencias, debates, exposiciones, con programas anuales, establecidos. Han puesto sillones, cafeteras gratis, que permiten a los clientes echar una ojeada tranquila a los textos y a veces hasta una lectura completa en varias sesiones. Allí no hay ejemplares envueltos en papel celofán. La habilidad es encantar al público con el libro, informarle sobre las nuevas entregas con boletines periódicos que contienen presentaciones críticas y preocuparse de tener textos para gustos, intereses y preocupaciones diversas. La librería sigue siendo un lugar privilegiado de creación, difusión de cultura como lo fue también en el país. Se debe retomar esa línea. Finalmente, el autor hace una mención somera de las principales librerías-editoriales del país.^ies |