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Los franciscanos llevan la característica de haber estado por estas latitudes desde el comienzo de la Colonia, y, únicos entre los religiosos, de haber quedado en forma no interrumpida hasta la fecha. Pero si me parece importante anotar, que esta continuidad ha sido marcada por muchas diferencias, sea en el desplazamiento geográfico, que en las finalidades religiosas, y en las formas de su organización, y en el origen de sus miembros. Describir brevemente la presencia franciscana, subrayado estas variedades, es lo que se quiere ilustrar. Movimiento franciscano empieza en 1209, siguiendo el carisma de Francisco de Asís (1181-1226), y es probado definitivamente por el pontífice Honorio III el 29 de noviembre de 1223. Estos hombres quieren asumir la limitación de Cristo como estilo de vida, pero en plena obediencia a la Iglesia, y sin aislarse de la sociedad. Pero a lo largo de los siglos, aun bajo la misma Regla, los Franciscano se van articulando en varias armas, con autonomías organizativas y formas de vida distintas, asumiendo nombres diferentes: casi todos reunidos en conventos con régimen monástico y aislándose sustancialmente de la vivencia entre los demás. La orden de los hermanos Menores, aunque tenga un Ministerio general en Roma, en la práctica no es una organización centralizada: la verdadera autoridad es el Ministro Provincial, y la distribución de los frailes es por Provincias. Y el conjunto de las provincias franciscanas se dividen pronto en dos grandes bloques: 16 Cismontanas y 16 ultramontanas. Durante la Colonia América está en relación solo con el bloque “Franciscano†ultramontano, mejor solo con España, mejor solo con Castilla.^ies |