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En 1920 Abelardo Ibáñez Benavente regresa de Chile, directamente a incorporarse al Hospital Militar, aunque el hospital enfrentaba una serie de deficiencias como la falta de aparatos de rayos "X", laboratorio clínico y hasta un ambiente quirúrgico apropiado, al estar instalado solamente dos semanas en el Hospital militar recibe una invitación para asumir el cargo de medico general en el Hospital de Clínicas. El prestigio del Dr. Ibañes se debía a su humildad, y por incursionar en la cirugía traumatológica y ginecologia etc., sin temor, a su vez también incursiono en la practica de injertos y transplantes. ^ies |