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Tras esta breve incursión en la diócesis paceña a finales del Seiscientos puede afirmarse que aunque las normas eclesiásticas no se cumplían en ella con excesivo rigor no existían más problemas que en otras zonas. Quizás el principal problema que debían de enfrentarse los pastores eclesiásticos era la de la capacitación de los sacerdotes, y sus actuaciones. Sin embargo, si se compara el nivel moral del clero americano no hay demasiadas diferencias con el de la Península. Obviamente el menor desarrollo institucional favorecía las irregularidades de los clérigos, al haber una presencia más débil del aparato coercitivo y sus agentes. Pero era lo suficientemente eficaz como para denunciar las conductas poco edificantes de los sacerdotes y para sentarlos ante los tribunales. Los excesos contra los indios, el enriquecimiento ilegal, el desarrollo de actividades económicas vedadas a los eclesiásticos, así como eventuales incumplimiento del celibato son las acusaciones más reiteradas en la documentación consultada. La condición de agentes del poder que tenían los clérigos americanos con respecto a los de la península por efecto del patronato regio fue una circunstancia que pudo incidir en las desviaciones del clero diocesano. Pero ni el porcentaje de clérigos de mala vida, ni los delitos cometidos varían demasiado con la situación de la Iglesia Española. Por ello quizá la situación del clero a ambos lados del Atlántico tenía más que ver con su situación de privilegios sociales que con otras circunstancias.^ies |