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Este texto defiende que con ocasión de la invasión francesa de la Península las rivalidades “domesticas†mencionadas quedaron al descubierto y tomaron una dimensión política sin que ello significase un deseo de ruptura con España. Lo hicieron tanto mediante una demostración política de su capacidad de autogobierno en momento de crisis, sintetizada en la formación de la Junta de La Plata del 25 de Mayo de 1809 y la Junta de La Paz del 16 de Julio de 1809, como mediante un rechazo de aquellas instancias institucionales sospechosas de traición, expresado en la destitución y encarcelamiento de los carlotistas. En todo el conflicto protagonizado por las juntas de La Plata y La Paz subyacía un problema básico: una crisis de autoridad en diversas instancias cada una correspondiente a las distintas dignidades americanas. Esta dio ligar a un problema de legitimidad gubernamental que implicaba por un lado la dispersión de la soberanía, y, por otro lado, una amenaza de remodelación de la jerarquía de autoridades. De todo ello fueron concientes los diferentes cuerpos e instancias de gobierno, tratándolo de subsanar de diversos modos. Las destituciones de autoridades acusadas de traición, las juntas, las exigencias de sumisión institucional y los procesos represivos-judiciales ejecutados por los virreyes fueron cuatro de sus modalidades. Mientras las dos primeras estuvieron encabezadas por los cuerpos colegiados como la audiencia. Los cabildos civiles y eclesiástico o la universal, la tercera y cuarta fueron liderados por los máximos agentes individuales de poder en América, virrey e intendente.^ies |