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Sé que mi larga trayectoria artística y gestión cultural no son suficientes credenciales para irrumpir de manera irreverente en el campo de la literatura cultural. Sin embargo, en mis noches de insomnio, siento que no debo guardar para mí sola las experiencias compartidas con grandes personalidades convocadas por la UNESCO, en el proceso histórico de encontrar un marco legal para calificar a las obras maestras del patrimonio intangible de los pueblos del mundo. Por eso he decidido dejar este testimonio para que nuestro pueblo y el mismo Estado conozcan los entretelones y los esfuerzos que preceden a las Declaratorias y para que puedan dar con los pasos necesarios a fin de proponer nuevas condidaturas ^ies |