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Esta etnografía, situada en recintos educativos de las ciudades de La Paz y El Alto, da cuenta de un espacio no formal de la escuela en el cual se generan situaciones de violencia encubierta entre estudiantes. Estas formas de agresión entre iguales pueden pasar de una alusión verbal aislada a formas sistemáticas de acoso que afecten física o sicológicamente a la victima. Mollericona que se detiene en cinco episodios del trabajo etnográfico, encuentra que diferencias de género, opciones sexuales, ciertos rasgos físicos o de carácter de los estudiantes, diferencias etáreas e incluso la procedencia social pueden ser motivos para que ésta se inicie. En medio, el silencio, utilizado como instrumento de pdoer y residuo del miedo y la culpabilidad, termina haciendo invisible este problema, tanto a los ojos del propio sistema educativo como de la sociedad. Frente a esta situación, el autor propone estrategias de intervención que no sólo procedan de arriba: el sistema educativo, las autoridades o los docentes, sino que involucre a los propios sujetos: los agresores, los agredidos y los propios alumnos, entendidos como protagonistas de las acciones preventivas de maltrato entre iguales ^ies |