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Hoy día la preocupación por la violencia y por la agresividad que conduce a la guerra civil o al conflicto internacional se halla a la orden del día pues el potencial bélico de los países resulta tan desmesurado que cualquier confrontamiento bélico equivale a un suicidio. La ciencia, que tan generosa se ha mostrado en proporcionarnos armas de un poder capaz de destruir todo signo de vida sobre la Tierra, ofrece también ahora la posibilidad de indagar en las causas más profundas del comportamiento humano, antes de que sea demasiado tarde pues, obviamente, las armas en sí, no son las peligrosas sino el cerebro que ordena y la mano que las acciona. |