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¿Qué tuve que leer para llegar a escribir este libro? O,
mejor dicho: ¿qué es mi vida sino una sucesión de lecturas (mejor o peor
hechas), que se enhebraron un poco por coacción, otro poco por azar, en todo
caso por método?. Historiarlas ahora, por pedido de Graciela Batticuore, a
quien le agradezco la amable encomienda, no es tanto una explicación de mí
mismo sino el relato de una relación con la historia: el sentido que la lectura
tuvo y tiene para una generación atravesada por el trauma. Y, sobre todo, un
acto de justicia: confesar lo que he leído no tiene ninguna importancia, mejor
es consignar quién me llevó a hacer esas lecturas y cómo esas indicaciones se
transformaron, más tarde o más temprano, en una manera de leer y en una
pedagogía.
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