Marc 21

001 17649
003 BAHAALP
005 21102020102015
006 $m 21102020102015
082 808.83
090 C541c
100 Chirveches, Armando
$q Armando Chirveches
245 La casa solariega
$b Incluye portada
260 La Paz - Bolivia : Puerta del Sol; 1969.
$a La Paz - Bolivia
$b Puerta del Sol
$c 1969
300 188 p. 18 cm.
$a 188 p.
$c 18 cm
490 Colección Ramón Rocha Monroy
500 $3 1
520
Entre los emigrantes que el acaso lleva a Bolivia, llegó a Sucre Juan Luque, andaluz, hijo de un hidalguillo de provincia. Sus padres poseían en los alrededores de Sevilla un pedazo de tierra que rendía para que ellos no se murieran de hambre. Sus hermanos se habían dispersado: dos estaban en África, uno en el norte del Brasil y otro en Madrid. Sus hermanas esperaban con resignación cristiana un novio que no se presentaba. Luque, gallardo, listo, medianamente instruido con una moral muy ancha, alegre concepción de la vida y amor a la existencia regalona y al ocio, hallábase resuelto a sacar partido de sus cualidades naturales y adquiridas y de sus veinte años vigorosos. Su sueño dorado al cumplir los cuatro lustras fue conocer París. Consiguiólo. Traspuso los Pirineos y entró en la gran capital del placer, con algunos centenares de francos penosamente ahorrados, con muchas ilusiones y voluntad de triunfar. Corrió aventuras: fue mozo de hotel, cómico, danzó en los café --conciertos jotas y boleros con bailarines español, prosperó, aficionóse al juego, ganó dinero, fue croupier, tuvo buenas queridas, bailó el tango en cabarets elegantes, deslumbrando rastacueros con su figura distinguida y sus movimientos estudiados. Una linda prostituta diez y ocho años enamoróse apasionadamente de él. La explotó. Odette, no obstante su belleza, ganaba poco. Luque, sabedor de que en América se compra cara la mujer, partió con su manceba para Buenos Aires, cierto de hacer fortuna con la rubia mercancía que llevaba. Instalóla en la calle Sarandí y ella comenzó a ganar dinero para los dos. Elegante, decidor, mujeriego, siguió en la capital argentina su vida disipada. Odette ganaba para que él bebiese champagne, perdiese a la ruleta gruesas sumas y comprase otras mujeres. Cuando aquella protestaba celosa y llorando, recibía como respuesta palabrotas y golpes. Soportábalos resignada, como todas las esclavas blancas, enteramente sujeta al dominio despótico del macho que amaba, continuando ese y los días siguientes a caza de hombres, para sostener el lujo y satisfacer las exigencias de su querido. La Prefectura de policía en Buenos Aires, resolvió castigar el caftismo con la pena del látigo y en vista de la ejecución enérgica y rigurosa de esa medida, comenzó la desbandada de exploradores de mujeres, que huían de aquella pena.

521 Cualquier público
546 Español
650 NOVELA; LITERATURA; NARRATIVA; LITERATURA - BOLIVIA
850 Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional