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Blaise Cendrars, nacido en Suiza en 1887 y muerto en
París en 1961, fue poeta, soldado, marinero, director y guionista de
cine, apicultor, periodista, buzo, novelista, vagabundo, contrabandista
-amigo de aristócratas y gitanos, y de gitanos aristocráticos-, y un
sinfín de oficios y aficiones a los que le llevó un espíritu inquieto y
una azarosa vida aventurera, como queda bien patente en El hombre fulminado
(1945), primer volumen de sus memorias, al que seguirían otros tres. La
narración -siempre en un tono entre irónico y fanfarrón-, comienza en
el frente de batalla de Roye, donde se encontraba Cendrars combatiendo
en la Legión Extranjera (en la que llegó a perder el brazo derecho en
«acción de guerra»), para dar un salto después a los ambientes
portuarios de Marsella, y acabar sumergiéndose en el corazón de la vida
de los gitanos de París, todo ello lleno de constantes referencias a
viajes y aventuras increíbles, cuyo espíritu y ritmo narrativo, casi
cinematográfico, reflejan perfectamente estas palabras suyas: «Partir.
Emprender el viaje. Correr de cara a la muerte por la gran ruta, de
París al corazón de la soledad, al otro lado del mundo... siempre
adelante...»
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