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Pero, si la variedad de registros verbales es
significativa, las situaciones dramáticas se reiteran en el desarrollo y
complejización de los recorridos de un alma que lucha por alcanzar la
purificación de sus pasiones desordenadas. A lo largo de treinta
años de labor fue profundizando el tema amoroso como
pathos, la redención del
hombre por el dolor. Las primeras obras -no tanto en orden de aparición,
sino de semejanza estructural- constituyen una trilogía oriental
compuesta por
La Sulamita (1916),
El amor de Scharazada (1923) y
Zincalí (1928). Las tres se
corresponden con otros tantos trabajos de investigación llevados a cabo
por Capdevila y que figuran como ensayos en otros libros. En el primer caso
hará la Exégesis de
El cantar de los cantares, discutiendo
una versión alemana del relato. Capdevila sostiene diversa
interpretación del episodio bíblico y así lo representa en
La Sulamita, ya que el rey
Salomón no llega a desposar a la bella Sulamita y tras largo debate con
su orgullo de monarca y su pasión de hombre, le dará la libertad
al saberla enamorada de un pastor. Aunque
lenta y reiterativa en
su desarrollo es rescatable por el vuelo lírico y la recreación
del lenguaje.
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