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Manuel Rojas atesoró
desde los años 30 el proyecto de escribir sus memorias de infancia y
juventud. Las primeras aproximaciones a estos recuerdos son los textos «Imágenes de Buenos Aires: Barrio Boedo» e «Imágenes de Santiago: El niño y el tranvía», este último es un artículo prácticamente desconocido que apareció en el periódico Célula de Santiago, en 1932. Su primer libro de memorias se titula simplemente Imágenes de infancia y es publicado por Babel en 1955. En él recopila y revisa, además de los artículos ya mencionados, una serie titulada «Desde el principio» aparecida en la Revista Ercilla.
La infancia de Rojas es una niñez de
barrios periféricos y en ocasiones marginales, con vecindario de obreros
emigrantes y disidentes en Buenos Aires y Rosario, de prostíbulos y
conventillos en Santiago, que nos habla claramente de años duros,
superados por un joven tenaz y esforzado. Leyendo estas memorias resulta
muy esclarecedor enterarse de cómo, a través del adiestramiento de la
atenta mirada infantil, va surgiendo la observación de un futuro
escritor sensible y conocedor de la naturaleza humana con sus diversos
matices. Esa manera de observar el entorno, detenida y minuciosa, se
inicia en el aprendizaje callejero: «lo extraordinario estaba en la calle –señala Rojas– en las cantinas y en los conventillos del barrio…». Por sobre el paisaje, su mirada se queda en los personajes que luego retratará en sus relatos.
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