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Una gran historia porque su objeto, aunque no siempre
lo mencione directamente, es el hombre. José Agustín rescata al hombre perdido
en la noche de los tiempos y maneja su transcurrir vital con precisión. Se
mueve en el espacio con fluidez entre las magnitudes de larga duración como,
por ejemplo, en El Norte de Tierradentro y los orígenes de Barranquilla (1987)
-libro magistral que partió en dos la historia de nuestra ciudad e inauguró los
estudios históricos contemporáneos-, y momentos claves como puede ser la
constitución de una encomienda. Acontecimientos estos que le dan los
fundamentos para la construcción del hecho histórico. El historiador Blanco
Barros recaba información, escudriña los archivos, lee en profundidad los
documentos, los interroga y saca de ellos su significado y explicación.
Apegado al
método positivista, en el mejor sentido del concepto, plantea desprevenidamente
los hechos que descubre en los documentos y construye un relato preciso y
coherente de los sucesos, que siempre está fundamentado en la observación
geográfica. El geógrafo no se contenta con el documento -y de ahí la ventaja de
sus descripciones sobre las del historiador puro-. el geógrafo va al sitio de
su investigación, lo recorre, lo palpa, lo interpreta y parte del presente para
buscar su historia. Por trochas y caminos de nuestro departamento ha trasegado
José Agustín a pie, a caballo, en burro o con suerte en automóvil, para
desentrañar la conformación territorial del Atlántico y la organización social
de sus gentes en los siglos XVI, XVII y XVIII.
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