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u principal obra fue el libro titulado Lazarillo de ciegos caminantes (título completo: Lazarillo de ciegos y caminantes desde Buenos Aires hasta Lima). En dicha obra, el relator (en primera persona) es un viajero que narra en modo documental el prolongado y lento viaje en carreta, previa etapa en Montevideo, desde la ciudad de Buenos Aires hacia el Alto Perú, pasando por Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel del Tucumán, Salta, Jujuy, Tarija. La narración documental pierde su continuidad (o el texto prosiguiente está perdido) al entrar en el Alto Perú.
Ambos personajes ficticios y a la vez reales, son amigos; La Vandera es un europeo idealista y "Concolorcorvo" un indígena pícaro y crítico. El viaje duró un año y medio en donde recorrieron en mula un trayecto de 946 leguas.
Se trata de un libro de viajes, aunque algo heterodoxo, porque oscila
entre el documento sociológico y la creación literaria e igualmente hay
informes estadísticos, chismes, anécdotas, diálogos, sátiras contra
españoles, franceses y mexicanos, además de cuentecillos. Este libro de
viajes tiene consejos a los viajeros y descripción de lugares; pero
también se describen personas y reflexiones sobre los estratos sociales,
se enumeran las costumbres y vestuarios, se comparan las ciudades y los
caracteres nacionales, principalmente entre el Perú y México. Por último, se examinan los prejuicios contra los indios, la inferioridad de los criollos, la justificación de la Conquista y la defensa de la Colonia como institución.
El texto resulta valioso, ya que aporta información cultural,
geográfica, histórica y económica de un extenso territorio —con el
típico y ameno carácter de la literatura de viajes—,
señalando observaciones que siempre resultan (por el estilo) novedosas,
sobre aspectos relevantes del territorio recorrido en su época; por
ejemplo señala la relativa pobreza arquitectónica de la ciudad de Buenos Aires,
la opulencia alcanzada por ciertos sectores de la sociedad cordobesa,
la función de milicianos de frontera que cumplían las tropas reunidas
por el cabildo de Santiago del Estero, lo propicio para la agricultura de la zona de San Miguel del Tucumán, la belleza de las mujeres de Salta, las cuales, empero, solían padecer de coto (esto por el agua carente de yodo que bebían), o la presencia de gauderios en las zonas de Jujuy y Tarija, los cuales, en opinión de La Vandera, eran «soeces» y demasiado liberales, hecho que hacían notar con mucha efusividad en sus canciones improvisadas (payadas), cantadas de igual a igual por hombres y mujeres.
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