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En este libro el autor trata sobre la idolatría de los Incas de la
segunda edad, y su origen. Afirma que los incas rastrearon al Dios
verdadero, que tuvieron una cruz en un lugar sagrado del Cuzco, que
creyeron en la inmortalidad del alma y la resurrección universal. Explica el significado de la palabra huaca
y explica la adoración que daban al Sol y sus sacrificios de llamas,
más no de seres humanos. Describe sus sacrificios y ceremonias, y que
sus leyes religiosas fueron impuestas por el primer Inca; sobre sus
leyes y la división del imperio en cuatro distritos o suyus (Chinchaysuyu, Contisuyu, Collasuyu, Antisuyu), y cómo registraban a sus vasallos por decurias, a la cabeza de los cuales se hallaba un decurión o chunca camayoc.
Luego pasa a narrar la vida y hechos de Sinchi Roca,
el segundo rey de los Incas, quien luego de dedicar las debidas
exequias a su padre, salió del Cuzco en campaña hacia el sur, al
Collasuyu, logrando someter por la fuerza del convencimiento a los
indios puquinas y canchis. Llegó hasta el pueblo de Chuncara, a 20
leguas hasta donde su padre había dejado los límites de su reino.
Le sucedió su hijo Lloque Yupanqui,
el tercer inca, cuyo nombre significa zurdo destacado. Éste salió
también a hacer conquistas; mientras que los canas salieron y se
sometieron voluntariamente, los ayaviris se resistieron, por lo que
tuvieron que ser sometidos por las armas, para que sirviera de
escarmiento al resto de pueblos. Luego el Inca capturó la fortaleza de
Pucara, cerca de la actual Puno. Tras algunos años, Lloque Yupanqui se dirigió a la provincia de los collas, inmensa comarca en torno al Lago Titicaca,
cuya población se dedicaba a la ganadería de auquénidos y a la
agricultura. Los collas, a fin de escapar de la suerte de los ayaviris,
se reunieron en Hatuncolla (Colla la grande) y aceptaron ser vasallos de
los incas. La siguiente provincia en someterse a los incas fue la de Chucuito;
otros pueblos siguieron su ejemplo. Al oeste envió a sus generales, que
sometieron los poblados hasta las faldas de la cordillera de los Andes,
ya cercana a la costa. Acabadas las conquistas, Lloque Yupanqui regresó
al Cuzco y el resto de su vida los dedicó a los oficios de la paz.
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