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Siguiendo las pautas de los historiadores de entonces, Garcilaso empieza
su relato con la descripción física del mundo, aunque sin extenderse en
el asunto. Explica que la división en “Viejo†y “Nuevo Mundo†no era
geográfica sino solo dos modalidades de un mismo mundo. Señala que el
clima variado del Perú no solo está condicionado por su cercanía a la
línea ecuatorial, sino por sus altitudes con respecto al mar. Relata
también una historia que había escuchado de boca de viejos
conquistadores, sobre un pre-descubrimiento de América realizado por el
piloto español Alonso Sánchez de Huelva, unos años antes del viaje de Colón. Luego remite a la Historia del cronista Gómara
para quienes deseasen enterarse más sobre los viajes del navegante
genovés. Otro asunto que le toma interés es la deducción del nombre
Perú: refuta la suposición de aquellos que lo consideraban derivado de
la voz quechua "pirua" (pirhua o granero), o del nombre Ofir
bíblico; para él, deriva del vocablo "pelu" o "beru", con que los
indios de las actuales costas del Pacífico colombiano y ecuatoriano
designaban a ríos. El nombre del Perú ya era usado por los españoles
desde antes que arribaran al territorio peruano. Luego el autor señala
los límites del Perú, al norte hasta el río Ancasmayo, en los confines de Pasto y Popayán, y al sur hasta el río Maule, en Chile; al oriente llegaba hasta la región de los Antis o selva, territorio cuya columna vertebral lo constituye «aquella nunca jamás pisada de hombres ni de animales ni de aves, inaccesible cordillera de nieves», los Andes.
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