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En esta antología podemos encontrar
cuentos de la época colonial y del futuro, de la mina y el campo y sus
mitos, de las ciudades y sus lenguajes, de la selva y el hombre, de la
vida cotidiana y de hechos históricos que conmovieron alaís. Fantasía,
humor, seriedad y juego. También sabemos que la extrañeza de caminos y
de personajes, de mundos lejanos o inexistentes, no son otra cosa que la
interioridad de nosotros mismos.
Deseo que después de la lectura de esta
antología, la lectora y el lector tengan no solo una experiencia de goce
estético, sino también una idea de lo que es este país, más allá de
postales y de lugares comunes. Planteo el cuento como forma de goce,
conocimiento y experiencia de vida, como una puerta para iniciar
esta aventura: conocer una literatura como la boliviana, casi
clandestina frente al mundo, y por eso mismo subyugante.
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