520 |
|
El estudio se compone de cuatro partes: la primera está dedicada al « arte colonial de clasificar »; la segunda, a la matriz taxonómica del siglo XIX; la tercera, al discurso patrimonial (XIX-XX) en el cual los « clasificados » están atrapados ; la cuarta y última se refiere a las luchas y reapropiaciones indígenas contemporáneas. Comencemos por lo tanto por los tres primeros textos sobre el período colonial, hoy en día injustamente relegado. Tres trabajos muy distintos, tanto por el tema escogido cuanto por el tratamiento de los datos por sus autores. El primero, de Louise Bénat-Tachot, trata de la escritura indígena como marca clasificatoria. Los códices mexicanos ¿eran o no eran una forma de escritura ? Si bien en un primer momento los cronistas consideran que los indígenas tienen ciertas formas de escritura no convencionales, el jesuita Acosta, en un estudio conocido, afirma que ningún pueblo americano tuvo escritura, y que los códices mexicanos eran « pinturas », aunque por el formato y la encuadernación, pertenecían a la categoría de « libros ». Queda abierta la discusión, personalmente no creo que « pinturas », en el siglo XVI, sea un vocablo « inferior » a lo « escrito ». Claro está que la pintura del siglo XVI, « dal vero », no es la misma que la de los mexicanos, cuyos modelos son « diabólicos » o « torpes ». La autora cita algunos textos que merecerían ser cotejados con los conocimientos de la época: Juan de Tovar habla de jeroglifos, aludiendo así a los textos sagrados de los egipcios; Landa, citado en la bibliografía, habla de « escritura » y propone un léxico maya gracias al cual se pudo descifrar en gran parte los glifos grabados en la piedra. Pero el texto tiene el mérito de insistir en una definición negativa de los pueblos americanos : no tienen escritura, como no tienen caballos ni carros ni ruedas.
|