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«Se pierde la acción del Desaguadero por la infamia de los abominables
Castelli y Balcarce, y regresan las tropas dispersas y derrotadas,
cometiendo en su tránsito los oficiales y soldados crímenes y
atrocidades que sería difícil presumirse si no fuéramos testigos de su
ejecución.» Miguel Otero (1812) La de Huaqui no fue una derrota más de
las muchas que sufrió la Revolución. El ejército comandado por Castelli
no fue vencido por la superioridad numérica del enemigo ni las bajas
sufridas. Simplemente, en un momento dado, por algún motivo misterioso y
en apariencia inexplicable, los 6.000 hombres que lo componían tiraron
las armas, huyeron despavoridos y se internaron en cerros desconocidos
para no salir sino días más tarde, después de haber cometido los más
horrendos crímenes, marcados para siempre por una desbandada traumática.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué hizo que esos oficiales y soldados
enloquecieran de semejante modo? Los contemporáneos lo llamaron
"pánico".
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