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Tras una larga década de gobiernos neoliberales, a comienzos del siglo XXI América Latina dio un viraje político concluyente. En un país tras otro asumieron gobiernos que, en sentido genérico, se llamaron progresistas. Cada uno con inflexiones propias, pero todos opuestos a la herencia que habían recibido, los efectos de lo que se llamaba entonces el consenso de Washington. La nueva agenda incluía ampliación de derechos sociales y económicos, el reconocimiento de las minorías, el fortalecimiento del rol del Estado y del inetrcambio regional. Los altos precios de los commodities (soya y minerales por ejemplo) en gran medida financiaron esta expansión, que generó un crecimiento inédito.
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