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Asistimos a un malestar de la democracia. No se trata de una impugnación de sus presupuestos lógicos o de la deslegitimación de sus valores, sino más bien de un malestar que nace de la inadecuación de la democracia, de sus instituciones, para mantener sus promesas, para estar a la altura de sus objetivos humanísticos, para otorgar a todos igual libertad, iguales derechos, igual dignidad. A partir de estas constataciones, Carlo Galli rastrea en la propia genealogía de la democracia y en sus sucesivas teorizaciones -desde sus orígenes en la Grecia antigua hasta sus manifestaciones en la era global- las claves capaces de dar cuenta de sus paradojas, sus insuficiencias, sus contradicciones, de lo que hay en ella misma de dominio, en suma, de no democraticidad. |