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Las transformaciones vividas en el ámbito internacional, a partir de la aparición de procesos como la globalización, el multiculturalismo, el desarrollo de la tecnología informática y de las conexiones virtuales confirman que la historia nacional "está constituida por historias al mismo tiempo más pequeñas y más grandes que ella misma" (Bender) y que es urgente vincularla con la historia y la experiencia globales. Las interacciones que el trabajo genera abren las fronteras de la auto-referencia propias de una historia individual, local o nacional, permitiendo ver que, más que un mundo, el trabajo es un generador de mundos de relacionamiento. En todos ellos es cada vez más difícil distinguir dónde acaban los límites de lo local, lo regional y/o lo global porque se trata indudablemente de interconexiones^ies |