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Este cuarto volumen recoge reflexiones críticas sobre la torsión que realiza, en América, el arte de la cultura entendida como una manera de habitar el mundo. Intenta un planteo del arte americano buscando singularizarlo como una praxis diferente del arte occidental. Considera que en éste predomina el signo sobre lo signado, tendencia que se apega al esplendor de la forma. Pero también incide la hegemónica mirada del sujeto sobre la expresividad del objeto. El arte americano toma su impulso sobre la intuición de lo tenebroso en tanto compromiso con una realidad informe y potenciada por sus propios mitos, que avasalla al sujeto y al código^ies |