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Todos los días se conocen nuevas noticias sobre cómo las empresas corrompen gobiernos, destruyen el medio ambiente, sobrevalúan reservas e incluso comercializan medicamentos a pesar de conocer los efectos dañinos que ocasionan. Desde que en 2002 la bolsa de Nueva York tembló con las quiebras de Enron, Adelphia y WorldCom y en 2004 la caída de Parmalat dejó al descubierto la negligencia o la complicidad de las compañías auditoras y de los bancos, los escándalos que ponen en la picota a empresas como Halliburton vinculada al vicepresidente de Estados Unidos. Este libro no sólo es una detallada crónica de esos escándalos sino también una acertada crítica a quienes consideran que cualquier intento de reclamar la intervención estatal o de proponer controles o regulaciones a la actividad económica son formas de populismo o retrocesos a las políticas setentistas, sin advertir que no siempre lo público es nefasto ni los manejos privados una panacea^ies |