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No puede ignorarse que la consolidación de un paro masivo en numerosos países desarrollados, desde hace casi treinta años, ha producido efectos devastadores. El horizonte social se ha trastornado: incertidumbre, precariedad, exclusión, profundización de las desigualdades, violencia, disolución de los lazos sociales se han vuelto realidades familiares. A todo ello también se une la crisis de lo político: el ascenso del poder económico provoca una doble asfixia de la democracia, por el estrechamiento del espacio político y la invasión de la corrupción. Por último la derrota de la razón completa el panorama: ascenso de lo irracional, debilidad de las élites intelectuales, esclerosis de los centros de producción y difusión del saber y "mercantilización" de este espacio como por otra parte de la mayoría de los aspectos de la vida social ^ies |