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El "primer poder" del Estado, la otrora fortaleza legislativa del capitalismo, el lugar privilegiado donde se elabora y sanciona la ley, ha perdido capacidad para gobernar, porque el poder se desplaza hacia la sociedad y sus funciones son suplantadas por el ejecutivo y el Tribunal Constitucional. Este órgano de la era institucional con su cretinismo parlamentario, su bancarrota política y agotamiento histórico, se ha convertido en cementerio de los partidos. El parlamento falsa representación de la voluntad general, multiplica de modo innecesario etapas y formas legislativas, registro de decisiones que se adoptan en otras partes, es apenas una estructura soporte y legitimadora del ejecutivo. |