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Contra el sentido común dominante en el pensamiento político de su siglo, contra la tradición filosófica representada por los nombres de Suárez, de Altusio o de Hobbes y contra las tesis que presidían la discusión teórica holandesa de la época, Baruj Spinoza demostró a lo largo de su obra, al mismo tiempo monumental y profundamente unitaria, que el más natural de los regímenes políticos es la democracia y no la monarquía absoluta, que no es a los pueblos sino a los gobiernos y a los que hay que temer cuando no son ellos los que temen y que nada hay más peligroso que la libertad, la seguridad y la paz de la república que la fundamentación teológica de la política ^ies |