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Este libro constituye una magnífica reflexión sobre lo que su autor llama, con las bellas palabras del poeta Rainer María Rilke, "el inexorable escurrirse de las cosas" del mundo doblemente condenadas a cumplir en silencio su jornada hacia la muerte y a no comparecer ante nuestra percepción sino como el reflejo de un original perdido para siempre. Estamos bien se ve ante el viejo problema del humor melancólico que Federico Galende atento lector de Manlet de Shakespeareano discute aquí contra la tradición (pecaminizadora o patologizante) que se tiende enter los padres de la iglesia y el psicoanálisis freudiano de la mano de las consideraciones de Walter Benjamin sobre la naturaleza del lenguaje que sólo se realizaría en la tristeza que produce el reconocimiento de la fatalidad de su propio fracaso ^ies |