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Desde finales del siglo pasado y durante sus viajes, observadores europeos advirtieron la existencia de unos peculiares y misteriosos itinerantes, de poncho listado, provistos de una llamativa cruz de plata sobre su pecho y cargadores de una bolsa cuidadosamente tejida y adornada con monedas. Sobre la función de los itinerantes circulaban rumores misteriosos, algunos los consideraban sabios médicos y herbolarios, otros les atribuían poderes mágicos, para otros eran los portadores del amuleto preciso capaz de curar el mal de amores; para algunos sus dones oraculares eran motivo de admiración. No faltaba quien, lleno de temor y respeto, les consideraba dignos portadores de ancestrales conocimientos. |