Pensar desde la puna, el altiplano o el valle con la fuerza que supone estar inmerso en el paísaje para romper el silencio y sopesar el vacio que se contrasta en la oposición de dos mundos, es haber leído de aquella "invisibilidad" que se nos impone, a partir de aparatos escolásticos o de estrategias de dominación puede ser resistido desde la soberanía de "una infinita y tensa vida interior inmersa en un paisaje que no ha perdido el fascinante colorido, misterio y don generatriz de vida".
Pensar desde América, es sobreponernos a una historia impuesta y a la servidumbre de nuestro pensamiento.
Entonces el autor nos sumerge en una forma de tiempo y de historia que se expresa en nuestra mitología popular, en nuestro paisaje ideológico-mítico que conforman el caudal de nuestras luchas y que restituyen nuestros patrimonios y saberes locales.