Siglos antes de la introducción de la cocaína para usos anstésicos, el mundo se había sorprendido con los relatos de las propiedades creadoras de energía atribuídas a una planta íntimamente asociada a los ritos y costumbres de los antíguos peruanos y conocidos por primera vez a través de los cronistas de la conquista española en América. La historia de esta planta, conocida como coca, es la historia de la raza incaica con la que está entrelazada a través de las asociaciones de los primeros pobladores del Perú de aquel vasto imperio socialista.
Se demostrará, gracias a muchos testimonios, que la coca no es sólo una sutancia inocua, como el té o el café, que son necesidades populares comúnmente aceptadas, sino que la coca es muy superior a estas sustancias y más digna de uso general debido a su acción depurativa de la sangre y a la propiedad de provocar un cambio químico-fisiológico en los tejidos por medio del cual los nervios y los músculos de vuelven más capaces para su trabajo.