Apenas era las primeras líneas de ese cuento cuyo título "Tempestad en la Cordillera", conducía a mostrar al hombre "envuelto en harapos" desafiando a las cumbres azotadas por gélidos vientos, nieve y cellizca, donde como reto a la codicia humana las venas minerales se ocultaban en los senos pétreos de colosales montañas.
Mamani Poma Juan, en apretada pero enjundiosa síntesis desgranaba en las líenas del cuento su historia simple nacida junto a los campos sembrados de maíz de su distante valle donde la María y él jugaban al amor sencillo arrogándose guijarros.
Allá en la mina en cambio el eterno verde de los huertos se había transfromado en el gris de las piedras y el amarillo opaco de la paja brava.
El imán del dinero jaloneó a Mamani a cambiar su valle cuajado de flores por la agreste y desolada geografía de las minas.