Bolivia es un país que tiene alta dependencia de sus recursos naturales renovables para su desarrollo económico y social. Más de la mitad de la población depende, para su reproducción de actividades agropecuarias y forestales, 27 % de las exportaciones provienen de este sector que participa con el 15 % en la formación del PIB.
El sector agropecuario, principal fuente de empleo en el país, se ha desarrollado de manera desigual. Por una parte, se tiene una fracción empresarial muy dinámica, cuya producción se basa, principalmente en cultivos destinados a la exportación y la industria (oleaginosas: soja y girasol; algodón y caña de azucar) y en la ganadería bovina en gran escala; por otra parte, está un gran número de pequeños campesinos minifundistas, sumidos en la extrema pobreza, cuya producción se basa en el cultivo de alimentos (principalmente papa, trigo, maíz y arroz), destinados a su autoconsumo y al mercado interno.
Para ambos sectores, el uso y tenencia de la tierra, tiene gravitante importancia para su desarrollo, pues define el acceso y disponibilidad de recursos naturales y su aprovechamiento en el largo plazo.