Resumen:
Es indudable que la vida económica del estado debe acomodarse a los recursos ordinarios que la nación le proporcione no traspasando los limites que le señalen los productos de las rentas publicas, mientras la existencia del mismo se desenvuelvan en condiciones normales.
Pero en la vida del estado, de la misma manera, que la del individuo, pueden sobrevenir momentos difíciles, circunstancias extraordinarias, que determinen un aumento considerable de necesidades a las que inexcusablemente haya que subvenir de una manera perentoria. Un grave quebranto en sus intereses una enfermedad larga y costosa, entre otras varias contingencias, puede originar en la vida económica del individuo un desequilibrio entre sus gastos y sus recursos normales; una grave crisis económica, una gran calamidad publica, una declaración de guerra, etc. trae consigo un brusco aumento de obligaciones para el estado imposible de atender con los productos de las rentas publicas, que automáticamente decrecen al influjo de aquellas causas de perturbación.