Mientras se derrumban tantos tronos hay uno que el siglo XIX a visto nacer y afirmarse de día a día: el del niño.
Todo parece haber conspirado en  favor suyo primero, los poetas que durante mucho tiempo le desconocieron o desdeñaron, han concluido por hacer del niño su ídolo después de víctor hugo, se estrechan alrededor de su cuna, acechan sus primeras sonrisas, interpretan sus primeros balbuceos, se interesan en sus juegos mas significantes, describen la dicha que esparce en el circulo familia ¿r forman ensueños de porvenir cuyo héroe es el, se asocian a sus alegrías y sus tristezas: conquistando de este modo para el todas las ternuras y todas las abnegaciones. Y de esta  corte, tan desinteresada como asidua.