La actividad económica boliviana continuó mostrando dinamismo y un crecimiento sostenido en el año, atribuido al positivo comportamiento de los sectores vinculados a la demanda interna, sustentado en la aplicación de una política económica consistente y de carácter contracíclico. Así los rubros de mayor incidencia en la expansión del 4,2 del Producto Interno Bruto (PIB) fueron el agropecuario; establecimientos financieros; transporte, almacenamiento y comunicaciones; e industria manufacturera. Por su parte, la producción de hidrocarburos experimentó un retroceso asociado principalmente a la menor demanda de gas natural por parte de Brasil.