Los organismos estatales del sector agropecuario, la
cooperación técnica internacional (bilateral y multilateral) y muchos centros
privados de promoción del desarrollo suelen ver al campesino en función del
papel que se le ha asignado en la economía nacional. Es decir que lo ven como
productor de alimentos y materias primas para el abastecimiento urbano, la
industria y si posible la exportación.
Los proyectos de desarrollo plantean así como objetivo
principal el "fomento a la producción y productividad". Otros, más
"sociales", se preocupan por el "mejoramiento de las condiciones
de vida", pero suponen nuevamente que éste vendrá de la mano con el
aumento de producción y productividad, acompañándolo de "servicios".
Se busca entonces forzar el campesino a adoptar una
racionalidad de "productor". A reestructurar todo su sistema de
planificación, toma de decisiones y trabajo en función del mercado. Como
"productor", habría de priorizar sus "ventajas
comparativas" de acuerdo a la "demanda", volverse "sujeto
de crédito" para adquirir insumos y aumentar su producción a fin de
"maximizar ingresos" monetarios y ser así capaz de pagar los
préstamos y comprar el "mejoramiento de sus condiciones de vida".
El campesino no es un "productor", es mucho
más que ello.
Es un generalista del campo que administra un
territorio (la chacra familiar, el ámbito comunal, y más allá también) y una
unidad social (la familia, la comunidad), de acuerdo a criterios económicos (y
no sólo productivos), ecológicos, tecnológicos, sociales, políticos,
culturales, dentro de una perspectiva del tiempo a largo plazo y con una
finalidad de bienestar (que desconocemos en gran parte).
Su concepción del bienestar no es de ninguna manera
contraria al aumento de la producción, a la innovación tecnológica, a la
evolución cultural, a todos aquellos supuestos sobre los cuales se basan los
proyectos de desarrollo.
Pero sucede que el campesino pocas veces se deja
engañar por los mitos en que hemos convertido el aumento de la producción, la
innovación tecnológica, la evolución cultural. Para él no son fines en sí.
Mejor planificador que nosotros, el campesino reubica estas propuestas dentro
de sus posibilidades, dentro de su futuro, dentro de su experiencia. Y se niega
a correr muchos riesgos insensatos a los que tratamos de empujarlo.
Nuestra concepción del desarrollo rural está plagada
de irrealidad. Obsesionados por el papel de la agricultura como sostén de un
"desarrollo nacional" que suele ser una copia simplista de las
experiencias históricas de países templados del hemisferio norte (cualquiera
sea su signo ideológico), exigimos a los Andes que cumplan dicho rol, sin que
existan condiciones para ello.
DESCRIPCION | CONTENIDO |
Nº de control | 00017753 |
Autor | De Zutter, Pierre |
Título | Mitos del desarrollo rural andino |
Editorial | Hisbol |
Año | 1989 |
Páginas | 251 p. |
Idioma | Español |
Lugar | La Paz |
Resumen |
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Materias | |
Ítem en Biblioteca | Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional |
Ejemplares | 1 |