COLECCIÓN

COINCIDENCIAS 18455 - PÁGINA 880 DE 18455

DESCRIPCION CONTENIDO
Nº de control 00017753
Autor De Zutter, Pierre
Título Mitos del desarrollo rural andino
Editorial Hisbol
Año 1989
Páginas 251 p.
Idioma Español
Lugar La Paz
Resumen

Los organismos estatales del sector agropecuario, la cooperación técnica internacional (bilateral y multilateral) y muchos centros privados de promoción del desarrollo suelen ver al campesino en función del papel que se le ha asignado en la economía nacional. Es decir que lo ven como productor de alimentos y materias primas para el abastecimiento urbano, la industria y si posible la exportación. Los proyectos de desarrollo plantean así como objetivo principal el "fomento a la producción y productividad". Otros, más "sociales", se preocupan por el "mejoramiento de las condiciones de vida", pero suponen nuevamente que éste vendrá de la mano con el aumento de producción y productividad, acompañándolo de "servicios". Se busca entonces forzar el campesino a adoptar una racionalidad de "productor". A reestructurar todo su sistema de planificación, toma de decisiones y trabajo en función del mercado. Como "productor", habría de priorizar sus "ventajas comparativas" de acuerdo a la "demanda", volverse "sujeto de crédito" para adquirir insumos y aumentar su producción a fin de "maximizar ingresos" monetarios y ser así capaz de pagar los préstamos y comprar el "mejoramiento de sus condiciones de vida". El campesino no es un "productor", es mucho más que ello. Es un generalista del campo que administra un territorio (la chacra familiar, el ámbito comunal, y más allá también) y una unidad social (la familia, la comunidad), de acuerdo a criterios económicos (y no sólo productivos), ecológicos, tecnológicos, sociales, políticos, culturales, dentro de una perspectiva del tiempo a largo plazo y con una finalidad de bienestar (que desconocemos en gran parte). Su concepción del bienestar no es de ninguna manera contraria al aumento de la producción, a la innovación tecnológica, a la evolución cultural, a todos aquellos supuestos sobre los cuales se basan los proyectos de desarrollo. Pero sucede que el campesino pocas veces se deja engañar por los mitos en que hemos convertido el aumento de la producción, la innovación tecnológica, la evolución cultural. Para él no son fines en sí. Mejor planificador que nosotros, el campesino reubica estas propuestas dentro de sus posibilidades, dentro de su futuro, dentro de su experiencia. Y se niega a correr muchos riesgos insensatos a los que tratamos de empujarlo. Nuestra concepción del desarrollo rural está plagada de irrealidad. Obsesionados por el papel de la agricultura como sostén de un "desarrollo nacional" que suele ser una copia simplista de las experiencias históricas de países templados del hemisferio norte (cualquiera sea su signo ideológico), exigimos a los Andes que cumplan dicho rol, sin que existan condiciones para ello.

Materias
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