Cuando Artigas en 1815 dictó su "Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados", hacia unos cuarenta años que las autoridades españolas escribían Memoriales, proponiendo planes y soluciones para lo que en el habla colonial se llamó "el arreglo de los campos".
La anarquía en la propiedad de la tierra, el latifundio, la defensa de la frontera, la sedentarización del gaucho, la seguridad de la vida de los hacendados, todos estos problemas unidos en una madeja de la que si se escapaba un hilo los demás iban a correr igual suerte, se habían convertido en el punto crítico fundamental de la campaña oriental. No sólo estaba en juego, como luego observaremos una distribución más justa y equitativa de la propiedad.