La idea de utopía es uno de los supuestos de la concepción
historiográfica-literaria de Henríquez Ureña. La formuló concisamente en
dos ensayos de 1925: “La utopía de América†y “Patria de la justiciaâ€.
Esta, probada primero en ensayos como “La cultura en las letras
coloniales en Santo Domingo†y “Caminos de nuestra historia literariaâ€,
fue formándose desde su primer libro de ensayos, “Ensayos críticosâ€,
hasta las muchas páginas escritas bajo la presión de los “alimentos
terrestresâ€, como muchos de los prólogos a la colección planeada y
dirigida por él, “Las cien obras maestras de la literatura universalâ€.
La utopía esbozada por Henríquez Ureña no es solamente un proyecto
concreto, sino, que además de ser un mundo de oposición a la “realidadâ€
carcomida y apestosa en la que medran los verdugos, tiene una función
crítica y cumple por eso una tarea de desenmascaramiento. Al calificar
de utopía, con intención peyorativa, el proyecto concreto de un futuro
en el que se realice la verdad de “nuestra Américaâ€, el antiutopismo
delata su posición involuntariamente, y coloca la Utopía concreta en un
tiempo y en un lugar permanentemente inalcanzables, es decir, él delata
su pensamiento desiderativo, su afán de que ese futuro mejor no se
realice. El antiutopista no es, como se pretende, un pragmático y un
realista, sino un utopista del pasado, un utopista al revés.