El 27 de abril de 1882 el explorador francés Jules Crevaux y su tripulación morirían asesinados por los indígenas a orillas del río Pilcomayo en el chaco boliviano. El suceso causó una profunda conmoción en el mundo entero y la comunidad científica estuvo sacudida.
El asesinato ocurrió en un escenario local fronterizo, borroso y más que conflictivo y quedó envuelto en el misterio y en una maraña de datos confusos, equívocos, erróneos, ambiguos, contradictorios. Ni el lugar exacto, ni la circunstancias del crimen, ni siquiera el número de víctimas y mucho menos el nombre de los asesinos se conocen con exactitud.