Ya era tarde por la noche. Después del trabajo esforzado de embolsar los diez taquis quinientas libras de coca que él había rescatado en la comunidad e iba a vender en el mercado de Villa Fátima en La Paz, Federico se sentó satisfecho a descansar. Vislumbrando el éxito de su negocio, declaró: "¡ somos clase media!.
Esta es la paradoja que Alessandra Pellegrini enfrenta en este libro, en base a un amplio trabajo de campo en una comunidad cocalera de Sud Yungas. Cultivan la hoja milenaria en una zona ancestral y originaria; su producto es un símbolo central de lacultura andina y ellos mismos descienden de gente del altiplano, jaqi - seres humanos - en aymara, es decir, miembros de un pueblo indígena. La coyuntura política nacional e internacional apunta a aprovechar por todos lados colocándose en la "casilla de los pueblos indígenas".
Pero las y los yungueños no se declaran "indígenas". Peor todavía, algunos hasta aceveran que ya son de clase media ¿cómo explicar estas identificaciones a contracorriente y cómo se entrelazan con el fermento político alrededor de la hoja de coca?. Este texto ofrece una perspectiva novedosa al respecto.