En los albores del nuevo milenio, los derechos humanos y el desarrollo se encuentran en una encrucijada. Por un lado, el grado de congruencia entre los derechos humanos y la teoría del desarrollo es más impresionante que nunca. La pobreza y las desigualdades entre países y dentro de los países son los más graves problemas de derechos humanos a que nos enfrentamos hoy en día.
Los organismos de las Naciones Unidas han hecho grandes progresos en la traducción de esas realidades en la práctica, entre otras cosas mediante la definición de un criterio común respecto del enfoque basado en los derechos humanos en la cooperación para el desarrollo, incoporado en las directrices comunes de programación de las Naciones Unidas. Además en la Cumbre Mundial celebrada en septiembre de 2005, los Estados miembros de las Naciones Unidas dieron una impronta y un impulso político sin precedentes a los esfuerzos de la Organización por conseguir que los derechos humanos pasan a la primera línea y al centro de toda su labor, un compromiso colectivo.