La inestabilidad macroeconómica genera un menor crecimiento económico, dado que reduce tanto el nivel de inversión como la tasa de crecimiento de la productividad en la economía. Un entorno macroeconómico inestable generalmente se caracteriza por tasas de inflación altas y variables, por repentinos virajes en las políticas económicas que causan cambios bruscos de los precios relativos y por la aplicación de controles que distorsionan la actividad económica. La consiguiente incertidumbre y asignación inadecuada de recursos disminuye la eficiencia del mecanismo de precios y acorta el horizonte de planificación de los inversionistas, desembocando en menores niveles y en una asignación no óptima de la inversión.