En 2016 fuimos testigos de los primeros esfuerzos a escala mundial por implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (Agenda 2030) de las Naciones Unidas, adoptada en 2015. Marcó el compromiso de la comunidad internacional por satisfacer las necesidades esenciales de los pueblos del mundo y cumplir con sus expectativas: erradicar la pobreza en cualquiera de sus formas y salvaguardar el planeta para todas las personas, hoy y en el futuro.
Este completo paquete de medidas para el desarrollo, junto con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), requiere el trabajo y la dedicación de muchos agentes que apliquen la democracia, y no solo que participen en ella y la promuevan. Tal como afirmó Ban Ki-moon, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, creo firmemente que, puesto que los parlamentos nacionales se han involucrado desde el comienzo en la conformación de estos Objetivos, tienen una fuerte sensación de autoría y compromiso con su realización, y por ello caminan con decisión para responder al llamado de desempeñar esta función crucial.
El histórico Acuerdo de París sobre el Cambio Climático entró en vigor en 2016, lo que dio un gran impulso a los esfuerzos globales por reconocer y abordar el cambio climático como un desafío real de tremendas dimensiones. Una vez más, los parlamentarios se encontraban en la vanguardia al concebir una hoja de ruta para la aplicación de su propio Plan de Acción Parlamentario sobre el Cambio Climático.
El año 2016 también será recordado por la adopción de una Estrategia revisada de la UIP para 2017-2021. Esta hoja de ruta, fruto de amplias consultas entre sus Miembros y los asociados, forma parte de los esfuerzos de la UIP por seguir alineando su labor con la agenda mundial. La Estrategia 2017-2021 hace patente la conexión entre una mayor democracia facilitada por parlamentos sólidos y mejores resultados en materia de desarrollo para los pueblos del mundo.