La perspectiva de género ha enriquecido y, a la vez ha cuestionado el accionar de los gobiernos, la sociedad civil y la cooperación internacional en los últimos 30 años, en términos de las políticas públicas, la vida económica, política, cultural y social de las personas y las condiciones en las que se desenvuelve la ayuda internacional. Ha servido también como experiencia y aprendizaje teórico-práctico para otros grupos que al igual que las mujeres sufren desigualdad, discriminación y vulneración de sus derechos, como los indígenas, los colectivos de la diversidad sexual y los grupos de color.