El Informe analiza las estrategias de sobrevivencia y acumulación que adoptó la población boliviana durante las últimas tres décadas, y caracteriza los procesos de movilidad
individual y colectiva, originados en muchos
casos al margen del Estado. Retrata un cambio social en construcción en el que persisten
desigualdades históricas —de origen étnico,
de género, y entre áreas urbanas y rurales—,
a las que se suman nuevas desigualdades
resultantes de un mercado laboral segmentado y de nuevas identidades urbanas basadas
en los estilos de vida. Estas desigualdades frenan el desarrollo y limitan la convivencia porque se reproducen en un contexto de elevada
pobreza y producen prácticas de exclusión y
discriminación. Al mismo tiempo plantean
nuevos retos para la acción.
La construcción de una sociedad incluyente, equitativa y justa es un sueño histórico
de los bolivianos y las bolivianas. Sin embargo,
el momento actual constituye una oportunidad sin precedentes en nuestra historia para
revertir las tendencias de un desarrollo desigual. El sostenido superávit fiscal de los últimos años, la estabilidad macroeconómica, el
amplio escenario de rediseño normativo, un
proceso de descentralización y autonomías
con potencialidad de revertir la historia de la
discontinuidad de la presencia estatal en el
territorio nacional ofrecen la oportunidad de
una gestión pública que responda mejor a las
necesidades reales de la gente.