Cierta insatisfacción en relación con el rendimiento de la democracia y, sobre todo, con el mal funcionamiento de sus instituciones centrales, así como el "malestar" o el "aburrimiento" con respecto a los partidos políticos constituyen hoy un fenómeno común en las democracias nuevas de América Latina (y de igual manera en las democracias establecidas de Europa y Norteamérica).
En el fondo los problemas parecen ser de carácter estructural y tienen relación con los cambios fundamentales en las estructuras sociales y culturales que han provocado rupturas en los vínculos tradicionales entre partidos políticos y sectores sociales. También complica el panorama la complejidad de los cambios sociales y económicos, complejidad con la cual éstos se ven enfrentados en un momento en que las viejas ideologías parecen servir cada vez menos como esquemas interpretativos que brinden pautas de orientación.